miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA NATURALEZA TAMBIEN TIENE DERECHO!


Cada año, cuando se inicia el invierno en la zona de El Aromo, en Manabí, y la humedad que viene del mar se topa con el Cerro Montecristi, se forman las primeras garúas que van a alimentar las aguas subterráneas del bosque de Pacoche. Esta es la principal fuente de agua de los cantones Manta, Santa Ana y Montecristi, donde en general el agua es escasa. Ahí reside la importancia de conservar los bosques de esa región.

Lamentablemente es en este lugar donde se ha planificado instalar un complejo petroquímico.

En una visita hecha recientemente por un grupo de científicos latinoamericanos a la región, pudimos recoger el sentir de los pobladores locales y constar los impactos que esta obra podría causar en la región.
Este complejo va a afectar fuertemente las escasas fuentes de agua de la provincia, pues se calcula que para procesar un barril de crudo, se necesita cuatro barriles de agua.
Pero no es solo la contaminación del agua el problema, ya que la presencia del polo petroquímico va a afectar a todos los ecosistemas locales, los mismos que funcionan de manera integral.
La gente del Aromo obtiene su agua de la montaña, que es el nombre que la gente da al bosque seco tropical donde están asentados.

Pero no es solo el agua. Ellos obtienen todas sus necesidades del bosque. La actividad más importante es el tejido de sombreros. Si, de aquí proceden los famosos sobreros de Panamá, o conocidos también como Jipijapa o de Montecristi. Ni de Panamá ni de Jipijapa, los finísimos sombreros de paja con los que se financió la revolución de Alfaro provienen de los bosques secos de El Aromo. Han sido tejidos por las delicadas manos de las mujeres, sus madres y sus abuelas que han habitado en estos bosques desde antes de la llegada de los conquistadores españoles a estas tierras. La paja la obtienen de un mata llamada paja toquilla.

Sólo durante el invierno se siembra algo de maíz, yuca, plátano o camote. El resto del año viven de carne silvestre, como monos y pavas de monte, de frutas y otros alimentos del bosque, complementando su dieta con el pescado que compran de las garitas pesqueras cercanas. Sus casas son de caña guadúa, que les sirve también para hacer las verjas que separan sus casas. La tagua es también otro producto de estos bosques que es utilizada para la artesanía local.

“Nosotros no somos pobres porque tenemos la montaña. Mientras tengamos nuestras manos para tejer los sombreros, estamos tranquilas. Es así como yo he criado a mis 14 hijos”, nos contó doña María Cedeño. “Pero la petroquímica nos va a dañar las matas de toquilla y no sabemos que vamos a hacer”.
Además, cerca de 40 especies de aves, 152 clases de flora y 8 animales en peligro de extinción forman parte de la mega biodiversidad que comprende una extensión de más de 5 000 hectáreas de un bosque protegido denominado Pacoche (en El Aromo), en la Provincia de Manabí.
También habitan reptiles como las culebras (matacaballo y coral), lagartijas e iguanas; y cuatro clases de abejas. Entre las especies más conocidas de la flora que crece en el bosque constan el laurel, caoba, matapalo, mangle de montaña, cedro, caña guadúa, jaboncillo, balsa, pechiche, caña de azúcar, y el llantén, utilizado por los campesinos para limpiar y desinflamar. Y saber que todo esto desaparecerá.
Aunque en el área todavía no se observa maquinaria pesada o materiales de construcción, un valla publicitaria gigante con fotos a todo color de los presidentes del Ecuador, Rafael Correa, y de Venezuela, Hugo Chávez, sonrientes y estrechándose las manos, advierte el compromiso asumido por ambos Gobiernos.

En Manabí, esta construcción genera criterios a favor y en contra, especialmente en El Aromo, donde ya existe temor a opinar..!

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